lunes, 13 de enero de 2014

Museum in the Kulturbrauerei


Knaackstraße 97
D-10435 Berlin - Alemania


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Un nuevo museo acaba de abrir en Berlín. Un museo político y también de 'vida'. Un museo de la memoria para que quede constancia de lo que fue el pasado reciente de la República Democrática Alemana.

De hecho, ya existía uno
bajo la iniciativa de un emprendedor visionario que vio que la Alemania comunista podía convertirse en una atracción para nostálgicos y para curiosos. Ahora es una entidad con un claro sello institucional quien entra en juego con una mirada menos complaciente y más política.

Como el primero de los museos, el que se inaugura ahora se propone también huir de lo que podríamos llamar un tostón. Es un escaparate de lo que fue la vida cotidiana. Recuerda los productos que había en las despensas domésticas con sus etiquetas antiguas, los
electrodomésticos que debían hacer felices a las amas de casa en el paraíso socialista, los Travan, esa especie de Seat 600 que hizo las delicias de quienes tuvieron la suerte de sumarse a la era del automóvil y algunas otras muestras de inventos extravagantes que debían
sacar brillo y esperanza a mayor gloria del ingenio popular.

Con una buena colección de objetos originales, películas y documentos la exposición 'La vida cotidiana en la RDA' recrea un mundo de penumbra y recuerda la aspiración de tantos alemanes del este
de tener supermercados, aparatos para el hogar y coches como los que tenían sus parientes del lado occidental.

Los críticos con el museo dicen que no todo estaba tan mal en la República Democrática y que lo que ahora se expone tiene un
punto de maldad porque está hecho para recordar lo malo y nada de lo bueno. Es cierto. El hecho es que pasados ya unos buenos años, esa recreación de la Alemania Oriental sorprende y se ve tanto como un horror como con una sonrisa en
los labios. A la Alemania del Este le toca penar con una imagen que no es nada buena y que se trata de no ocultar, pero desde el punto de vista de la experiencia y de la cultura al espectador el nuevo museo le permite regresar a lo que fue la mitad Alemania al cabo de la Segunda Guerra Mundial y también a lo que fue Europa durante tantos años dividida en dos bloques que parecía que nunca se iban a reconciliar.

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